Monday, December 04, 2006

Irma Benavídez, vendedora de Tupperware, comenta el recital de Ramiro Musotto

FICHA TECNICA
Músicos: RAMIRO MUSOTTO y otros
Espectáculo: presentación del CD "CIVILIZACION Y BARBARIE"
Fecha: 28 y 29 DE NOVIEMBRE
Lugar: TEATRO MUNICIPAL - BAHIA BLANCA


Dice Irma: "Yo no me acostumbro a los métodos nuevos que tienen las empresas para promocionar sus productos. Hace 15 años que estoy en la venta directa de Tupperware y a mí me gustaba más como era antes: te juntabas con la gente en la casa de alguien y hablabas todo el tiempo de las ventajas de la Gelatinera Mágica de Desmolde Rápido o de la bellísima “Línea Freezer” para pescados y carnes. A su vez, la empresa nos capacitaba haciendo lo mismo en tu propia casa o pagándote viaje y hotel en Buenos Aires. Sé que soy una de las mejores vendedoras Tupper de mi zona, ya me lo dijo el Supervisor General. De hecho, me gané varias veces el Premio de Fin de Año (una budinera y un bolso de lona) y tengo un “Cristalwave con Divisiones” llenos de pins de la empresa como reconocimiento a la mejor Promotora Senior. Pero parece que las cosas cambian, y admito que no sé si me podré adaptar.
El otro día, un Martes creo, me invitaron a la reunión de actualización de productos Tupperware más rara que fui en mi vida. Para empezar, el encuentro fue en una casa muy grande, ahí donde comienza la Avenida Alem. Lindo lugar, con una entrada toda marmolada (como las tortas) y una sala de estar con sillas tapizadas en terciopelo rojo, diviiiiinas. Confieso que no es lo que estoy acostumbrada: generalmente hago mis presentaciones en casas mucho más chicas y sólo con las mujeres del barrio. En este caso, había tanta gente que no llegamos a conocer la cocina y la presentación se hizo ahí nomás, en el living. Cuando entrabas a la sala, ya habían puesto todos los productos arriba de una tarima alta. Esa suerte de escenario estaba lleno de recipientes, ensaladeras, budineras, tarteras, bowls, porta-tartas, jugueras, etc, todas con diseños nuevos que jamás había visto en los catálogos. Tuvimos que esperar bastante a que venga el promotor, porque parece que afuera había colas de gente queriendo entrar, tan exitosa es la marca Tupper, la única, la original.
Después de un rato apareció el Ramiro ese, un tanto zaparrastroso para mi gusto, no les voy a mentir. Pienso que un vendedor de una empresa de prestigio como la nuestra debiera ponerse al menos una camisa y un pantalón pinzado... pero no: el tipo de remera y vincha. Sin embargo, lo más asombroso es lo que hizo: en lugar de dar su discurso ejecutivo de venta, en lugar de explicar las ventajas del polietileno de alto impacto en el horno a microondas, el mocoso agarró un arco y un palito y se enfrentó a los clientes. “Lo único que falta es que ahora juguemos a los indios”, pensé yo. Pero no: con le palito empezó a golpear la cuerda del arco y a bailar a ritmo, como si estuviera chocho con el ruidito que hacía. En el medio de ese jueguito, un desubicado prendió una fonola con música electrónica de esa que pasan en los boliches y que le gustan tanto a mi sobrina. ¡Por favor! Yo no estoy en contra de la música, pero hubiesen puesto algo más en clima con el momento, algo como Richard Clayderman o la orquesta de Fausto Papetti interpretando temas de Arjona. Sin embargo insistían con el “chingui-chingui” ese que escuchan los que hacen tunning y les ponen patonas y cromados a sus autos baratos.

El colmo de la presentación fue cuando aparecieron los amigos de Musotto, tan zaparrastrosos como él y empezaron a golpear sin piedad a la nueva línea de productos. Me quería morir, yo no sé si es legal apalear así artículos de una empresa de más de treinta años de trayectoria como lo es Tupperware. “¡¡Plongui – tam tam... Turumtun-tungui... toing, toing!!” – golpeaban y golpeaban los tipos esos, tremendos grandulones, como si fueran chicos jugando en la cocina de la madre. Le daban a las ensaladeras, a los porta-viandas, a los potes multiuso y a dos o tres recipientes dinámicos de cierre hermético. Apaleaban los envases “Mil Salsas”, rascaban artículos de la línea “Cocina Práctica” y se reían como si fuera gracioso. Para colmo, otro desubicado prendió una TV gigante que había en el fondo y sintonizó el “Discovery Channel” con imágenes de africanos bailando al compás de sus propios envases. Un horror.

Estuvieron casi dos horas haciendo lío y sin embargo debo ser sincera y admitir que a la gente le encantó. Terminó la presentación y todos aplaudían de pie y gritaban entusiasmados y decían “otra, otra” cuando era evidente que el stock de productos se encontraba agotado hasta nuevo envío. Para mí que todos esos clientes no entendieron bien el uso de la Centrifugadora Manual de Lechuga que deja a las hojas del vegetal frescas y listas para su uso en ensaladas sin perder sus propiedades vitamínicas... pero de todas maneras a nadie pareció importarle.

Yo no saqué en limpio mucho, porque ¿qué quiere que les diga?, ni siquiera entregaron nuevos catálogos o una lista de precios actualizada. Es que yo no me acostumbro a los métodos modernos que tienen las empresas para promocionar sus productos. Hace 15 años que estoy en la venta directa de Tupperware y a mí me gustaba más como era antes."


IRMA BENAVIDEZ
Representante Local de TUPPERWARE S.A.